La humanidad podría compararse con un organismo vivo. Puede visualizarse como un todo -un cuerpo- o bien como diversas unidades funcionales (órganos, células, médulas, etc.) que aportan al armonioso funcionamiento de mismo. Ahora bien: ¿Qué tarea cabe a cada unidad funcional? Trabajar en sinergia, cuidarse y cumplir correctamente su función en el organismo. Esa es la única tarea vital que incumbe a cada unidad funcional, de este modo el organismo podrá trabajar correctamente.
El corazón debe cumplir su función, el hígado debe cumplir su función, los pulmones deben cumplir su función… la naturaleza no les hace cargo de la totalidad del cuerpo, simplemente los limita a su campo y alcance. Así todo marcha bien, pero si el corazón no cumple su función. ¿Qué sucede con el cuerpo? Y aunque el corazón quisiera salvar el cuerpo entero… ¿De qué vale su intención si no cumple con su parte? Piensa.
Con nosotros sucede lo mismo, nuestra tarea primordial simplemente consiste en cuidarnos, en concientizar nuestra interconexión y cumplir adecuadamente nuestra función. ¿Pero realmente lo hacemos? Muchas veces intentamos cambiar el mundo y la humanidad entera, sin primero trabajar en nosotros mismos. Si no hacemos nada por conocernos, solo lograremos dividirnos, pues conocer nuestra esencia nos recuerda la hermandad original con todo aquello que nos rodea.
¿En qué podemos realmente aportar?
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