Verbo y Espiritualidad
El poder del verbo y su cualidad creadora siempre ha sido un instrumento sagrado. Lejos de asignarlo a una determinada religión, movimiento o institución estas herramientas han permitido la conexión con la divinidad desde tiempos inmemoriales. En oriente desde el budismo, el hinduismo, el zen, los vedas, etc. en occidente desde el cristianismo hasta los pueblos originarios utilizaban estas herramientas como un modo de alineación con el alma y la fuente de Energía Universal. El poder del verbo es útil a modo de oración, canto, mantra o afirmación siendo vital la sinceridad y el puro sentimiento que el individuo coloca en dicha invocación. Así, estas herramientas nos sostienen en los momentos más agudos de nuestras pruebas espirituales brindandonos paz, claridad y protección. En oriente cuando la meditación se tornaba imposible o cuando el aspirante transitaba periodos de gran aridez, la invocación le servía como medio para mantenerse firme y determinado.
Desde un punto de vista científico, el Dr. Masaru Emoto (ver video) demostró un aspecto de la antigua ley:- «La energía sigue al pensamiento», al comprobar la gran influencia de la palabra sobre los cristales de agua, ejerciendo un poder transformador sobre ellos. Nuestro cuerpo al estar formado por un 70% de sustancia líquida, se ve altamente influenciado por aquellos impulsos que emitimos en modo de palabra o pensamiento. De aquí que el adecuado uso del verbo se torne un elemento misterioso, curador y transformador.
Esta herramienta también nos sirve para contactar energías elevadas que trabajan al servicio de la humanidad y que de otro modo (sin nuestra autorización, permiso y contacto) no pueden actuar. Los antiguamente llamados ángeles o arcángeles, en realidad son conciencias y energías supremas que trabajan en pro del auxilio, el cuidado y la restauración de nuestras almas. Por esto es tan necesario invocarlos en los momentos de prueba y darles el permiso para que actúen en nosotros ayudándonos a soportar nuestra carga.
Transitamos un tiempo de definición y transición interior, hoy más que nunca es necesitamos orar, alabar y mantralizar.
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