1) La Obediencia: Seamos obedientes a nuestro interior, pues atravesamos un ciclo determinante. El Universo nos pide un cambio y los patrones antiguos comienzan a derrumbarse. Nuestro interior nos empuja a una transformación en la conciencia. Cada uno sentirá que debe soltar, que debe cambiar, que debe transformar. Atender estos impulsos internos nos alinea con el Propósito Universal y a pesar del dolor nos vemos fuertes y sustentados -encontramos la paz-. Al no atender dichas señales, friccionamos con el Universo y nos degradamos, o mejor dicho sufrimos innecesariamente. Hemos de aprender por comprensión o por compulsión: Nosotros decidimos.
Hay dos caminos: La ilusión material o la libertad espiritual. En el primero sufrirás, en segundo te transformarás.
2) La Oración del Corazón: En tiempos de gran tribulación, purificación y desequilibrio, pocos consiguen mantener un estado de silencio interior. Muchos lo intentan, pero pocos logran la armonía necesaria. La oración nos ayuda a mantener el hilo de conexión con lo Divino y a preparar nuestro refugio en el interior, donde nada externo nos puede afectar. Su poder es misterioso y eficaz cuando se realiza con el corazón. Muchos rechazan la oración por asociarla con determinados movimientos religiosos y se equivocan enormemente. La oración es la herramienta para estos tiempos, para pedir luz, para lograr paz, para no decaer en la inercia que consume a este mundo material. Pero hemos de recordar algo, la oración es ardua al principio y deleitante al final. Empieza por purificarnos, termina por elevarnos y sus frutos son producto dela persistencia. Su poder es muy misterioso y permite el descenso de la Gracia Divina. Tenemos que tornarnos humildes y confiantes, con urgencia.
Para estos tiempos no olvides esta divina herramienta. El Universo espera que le hables con el corazón. Se humilde! Pide luz! Pide guía! Pide ayuda! Él te escuchará.
3) La Renuncia al yo ( la personalidad) : En la dependencia de los objetos del placer nos tornamos esclavos de las fuerzas materiales y las pasiones. En la independencia de los objetos de los sentidos encontraremos la puerta de entrada para la fresca brisa del espíritu. Hemos de atender fines altruistas y conscientes, que nos ayuden a salir de nosotros mismos. Así estaremos curados del circulo vicioso de la mente, el egoismo y el deseo. Hemos de contactar nuestra esencia inmortal: servicio, naturaleza, silencio, oración, meditación, obras altruistas, arte, etc… olvidemos el yo y demos espacio al espíritu. Esto implica la verdadera libertad… librarse de uno mismo, caso contrario seguiremos siendo presos en aparente libertad.
Olvidándose de uno mismo, es que uno se encuentra.
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